Infinitamente imperturbable

Fijaos en la foto. Podéis estar el rato que queráis. El rato que veáis necesario. No os preocupéis que hoy cierro el blog más tarde ¿Veis algo extraño en la foto? ¡Claro que sí! Es una bolsa de filtros que nos ha acompañado durante unas semanas y no nos habíamos dado cuenta que era inviolable. También es cierto que por mi parte no había tenido el impulso de arrancarle el cierre para que se vuelva hermético y meterle mi aparato sexual (y no, no me refiero a un móvil con forma de falo). ¡Pero ya sabíamos que no teníamos que violar a la bolsa de filtros! ¿¡Tan jodiadamente mal nos vio la del estanco!? Que dijo: voy a darles la bolsa opción B, la que añadimos lo de inviolable.
Os imagináis que los padres pusieran esto de moda para las hijas. Al igual que en algunas culturas les corta un trozo de prepucio para evitar posibles enfermedades como la gripe, el codo de tenista, vegetaciones en la nariz… Pues que cuando naciera una hija, preferiblemente hembra, el padre la cogiera y la llevara a una habitación habilitada para esto en el hospital. Donde la función de los enfermeros sería tatuar bajo el ombligo algo así como: INVIOLABLE.
¡Imaginar! ¡Imaginar! A ese perturbado, en un parque, rompiéndole la camiseta y bajándole los pantalones y que parara de golpe tras leer el mensaje que ese padre pidió para su hija en un hospital de la Mancha. ¡Imaginar! A ese perturbado diciendo por lo bajini (Bajo, para los que no sepáis italiano.):
Hostia… yo no sabía que eras… esto… no sabía que eras… que eras… INVIOLABLE.
¡IMAGINAR!
¡IMAGINAR!
¡Ya sabía que la bolsa era inviolable! ¡Ya lo sabía! Pero gracias a esa persona que decidió recordárnoslo. Gracias.

Manu Draco